domingo, 23 de octubre de 2011

La figura de la Mujer en la Poesìa de Vicente Huidobro




Como pocos, Vicente Huidobro supo plasmar en sus versos la màxima expresiòn de la belleza, del encantamiento sumo y la admiraciòn total por la presencia de la mujer en el mundo. Fue asì como logrò testimoniar en su poesìa el mayor de los esplendores que se pueda sentir ante lo creado, conformando a partir del lenguaje poètico, una nueva realidad basada ni màs ni menos que en las fuentes eternas de la inspiración que desde siempre han cautivado al hombre. El creacionismo fundado por Huidobro, fuè capaz de dar a luz un mundo nuevo, sin dejar de invocar los elementos e imàgenes màs universales de la existencia humana, y de todas las realidades que el mundo le mostrò, fuè la mujer la màs alta, la màs eximia, generosa y elevada de las figuras en sus mùltiples destellos. Precisamente en su texto màs completo, Altazor, comienza su canto segundo con los versos considerados por muchos como los màs hermosos escritos a mujer alguna:

"Mujer el mundo está amueblado por tus ojos
Se hace más alto el cielo en tu presencia
La tierra se prolonga de rosa en rosa
Y el aire se prolonga de paloma en paloma”

La riqueza de cada imagen inspirada por la presencia y apariciòn de la mujer ante los ojos del soñador, dan vida a un viaje alucinatorio que va modificando enteramente las bases mismas de la creaciòn. Y la pregunta resulta inevitable:

"¿Qué sería la vida si no hubieras nacido?
Un cometa sin manto muriéndose de frío"

Si la presencia de la mujer significa la evoluciòn y transformaciòn constante del mundo hacia la realidad còsmica, la sòla posibilidad de su ausencia serìa el desgarro permanente del desconsuelo y el abandono universal. Tal obsesiòn por admirar y desentrañar el sentido màs profundo de la belleza femenina, al nivel de asmilarla con todo lo que hay de bello en el mundo y màs, sòlo puede producir el enamoramiento sumo del poeta, la identificaciòn total del alma enamorada con cada gesto y detalle que le producen admiraciòn:

"Mi gloria está en tus ojos
Vestida del lujo de tus ojos y de su brillo interno
Estoy sentado en el rincón más sensible de tu mirada
Bajo el silencio estático de inmóviles pestañas
Viene saliendo un augurio del fondo de tus ojos
Y un viento de océano ondula tus pupilas"

En uno de sus textos màs populares, que lleva por tìtulo Ella, Huidobro es capaz de superar los niveles de la admiraciòn alucinatoria, llegando a crear una dimensiòn todavìa màs completa donde se desenvuelve como ùnica danza, la plenitud liberadora de la mujer en su existencia.

"Ella llevaba una camisa ardiente
Ella tenía ojos de adormecedora de mares
Ella había escondido un sueño en un armario oscuro
Ella había encontrado un muerto en medio de su cabeza
Cuando ella llegaba dejaba una parte más hermosa muy lejos
Cuando ella se iba algo se formaba en el horizonte para esperarla”


Pero Huidobro no fuè sòlo un soñador en texto, sino tambien un encarnador viviente de sus propios sueños. Cuenta Volodia Teitelboim que encontràndose junto a su amigo Vicente en una fiesta de salòn en los años 40, hizo su ingreso para ser presentada en sociedad, la mujer màs hermosa y radiante que segùn Huidobro habìa visto en su vida, ante lo cual y sin perder del todo la cabeza todavìa, le confesaba en forma monòtona a su compañero Volodia "algo se me tiene que ocurrir". Es al momento de besar su mano y sin dejar de mirarla a los ojos, que de manera muy sencilla, pero no menos asertiva le pregunta:

"Señorita, cuando a Usted se le ve uno se enamora y cuando uno se enamora ¿adonde se le ve?"

Para el dìa siguiente, Vicente Huidobro, el elegido, ya tenìa su cita convenida.

sábado, 22 de octubre de 2011

La Estética de lo Sublime



El término romanticismo, muchas veces conlleva significados equívocos según el ámbito del lenguaje o de la cultura en general que sirva de contexto, siendo lo mas común, asociarlo a entornos tan disímiles como la actividad trovadora típica del amor servil de la edad media o bien, la admiración cortesana y salonesca por las declarativas de sentimientos y emociones investidas de la mas “virginal pureza”. Nada más lejano al verdadero sentido del movimiento artístico que se desarrolló en Europa Central durante la primera mitad del siglo XIX y que sería el punto de equilibrio entre los arquetipos todavía añorados de Goethe y la aspiración mayor de Kant, pero descrito y definido en las telas de Caspar David Friedrich.
Así resulta que “Caminante sobre un mar de niebla”, incluye todos los elementos propios de la pintura para ser capaz de llevarnos a una valoración estética de lo sublime, para que luego, y en una segunda estadía de la visión frente a la tela, sencillamente se nos remece algo dentro del alma, como si fuéramos protagonistas de la escena pictórica en si misma. Frente a nosotros, encontramos a un hombre detenido en posición de descanso, en la cima de un monte de rocas observando el horizonte de las altas montañas, y el cielo que se mueve en aquellas alturas, con la particularidad de estar ante nosotros de espalda, siendo figura central dentro de un espacio simétrico y simbólico a la vez, concretándose de inmediato la “invitación” a ser parte de la aventura de escalar hasta aquella zona de solitario devenir, únicamente para estar en un lugar distinto, donde la niebla acaricia nuestros pies y una primera franja del cielo infinito se ofrece cálido y cercano.
Lo notable de la pintura, es que nos despierta la sensación de estar frente a la inmensidad de lo sublime en su dimensión divina a partir de un simple retrato y paisaje, pero el hecho de encontrarse nuestro caminante en plena “libertad de posición”, ya es un golpe visual que provoca el estacionar nuestra mirada, y dejarnos llevar por la exaltación de la belleza del paisaje en su conjunto, hasta llegar al momento de paz y tranquilidad contemplativa en que se encuentra el caminante de Friedrich, como un contrapunto a su realidad histórica, cuando la revolución industrial ya levantaba los cimientos de un mundo, en que el hombre separado completamente de la naturaleza comienza a sufrir los efectos de la segregación y atomización, que caracterizarían a la sociedad de producción y consumo vigente hasta el día de hoy, reduciendo cada vez más el campo de su crecimiento espiritual, cual si fuera una quimera olvidada, en una época sin tiempo ni memoria.

domingo, 9 de octubre de 2011

MUNDO CITY

Las tierras baldías son tales

Entre cercos privativos de paso
han sitiado la planicie
con anuncios denominadores

Las caidas de agua son cortes
precisión laminada en las defectuosas
veredas provinciales

Matrices a base de celdas
van armando el rompecabezas urbano
¿a razón de qué? si solo es un espacio por llenar
¿donde están los puzzles?
¿a que se redujo el tablero de ajedrez?

A tientas va creciendo el mundo city
con recodos por descubrir todavía
coterráneamente
vuelta tras vuelta por las calles de siempre
que dejaron de ser ruta original
para nuestros caminos y andanzas